Hoy quiero hablarles a ustedes de la necesidad que tenemos de reformar nuestro sistema electoral municipal.
Miren, un efecto relevante del sistema electoral municipal es la relativa dificultad de formar mayorías absolutas, especialmente en los municipios más importantes, pues para alcanzarla se requiere un porcentaje de votos muy próximo a la mitad de los sufragios.
Por sí mismo, este efecto no merece una valoración negativa. Sin embargo, en el ámbito municipal, este factor ha provocado, con relativa frecuencia desde las primeras elecciones municipales democráticas, que no haya gobernado el partido con mayor apoyo popular, y que con relativa frecuencia se produzcan también mociones de censura para alterar la relación de poder municipal.
Muchos quedamos sorprendidos cuando, por ejemplo, sale nombrado alcalde el Señor de la lista menos votada, porque ha servido de pinza, o de bisagra, para que otro partido, sin ser el más votado por los ciudadanos, se reparta las concejalías más importantes, a cambio de darle el puesto de alcalde al partido que menos votos ha conseguido.
De los 60 municipios que son capitales de provincia o tienen más de 200.000 habitantes, en 11 de los 32 en que no se alcanzó mayoría absoluta en 2007, ostenta la Alcaldía y gobierna el Municipio –en solitario o en coalición- un partido distinto del partido más votado. Y en lo que va de Legislatura, hasta el 31 de Diciembre de 2009, ya se han producido 129 mociones de censura. Esto no cabe duda dificulta que las elecciones cumplan una de sus funciones más importantes que es la de legitimar a los titulares del poder político.
Por otra parte, en el ámbito local los vecinos suelen conocer de forma más cercana a los candidatos, y a la hora de votar importan más las simpatías personales que las afinidades partidistas. Sin embargo, con nuestro actual sistema de elección, el alcalde mantiene una relación de confianza con el Pleno de la Corporación, que actúa como si de un Parlamento se tratase, y no con sus convecinos.
El actual sistema de elección indirecta no resulta por tanto adecuado y además puede generar situaciones de inestabilidad institucional, con pactos postelectorales que desvirtúan y tergiversan la voluntad ciudadana.
En Unión Progreso y Democracia creemos que existen buenas razones para que el Alcalde deba contar con la confianza, no del Pleno municipal, sino directamente de los ciudadanos que votan, por lo tanto en nuestro programa electoral municipal propondremos la Elección directa de los Alcaldes, así como las Listas electorales abiertas con voto preferencial.
Decirles por otra parte que La elección directa de los Alcaldes está contemplada en el artículo 140 de la Constitución Española
Éste Editorial se emitió en Onda Cero Caceres el 23/09/2010
